La Visión como una Metáfora.




Fuente: (La relación entre la vista y la conciencia)

Por Martin Brofman,Ph.D

¿Por qué a nuestros ojos se les llama las ventanas de nuestra alma? ¿Por qué hablamos del modo con que “vemos” al mundo? ¿Por qué decimos: “Ya veo…”, a fin de comunicar que comprendemos? ¿Qué es lo que comprendemos? ¿Cuál es la relación entre nuestra visión, nuestra vista y nuestro modo de Ser?

La vista no es solamente un proceso físico que implique agudeza. Es una función multidimensional que afecta – y es afectada por – nuestro estado emocional y mental de Ser, y que está vinculada con nuestra personalidad. O sea que, cada tipo de deficiencia visual se correlaciona con tipos específicos de personalidad.

Todas las personas miopes tienen algo en común en sus personalidades, todas las personas présbitas comparten un rasgo especial del carácter, y todas las que tienen astigmatismo operan en sus vidas con un problema similar.

Todas las clases de visión deficiente representan modalidades de estrés con las que la persona interactúa en su medio ambiente.

Algunos dicen que el estrés es responsable de todos los desequilibrios emocionales y físicos; refleja cómo un individuo participa en su medio ambiente de una manera en la que no está “cómodo”. El estrés se almacena en el cuerpo físico de muchos modos, incluyendo tensión en ciertos músculos.

Entonces, podemos decir que la tensión física es tensión emocional o mental almacenada en el cuerpo físico, en los músculos. La tensión en ciertos músculos se relaciona con emociones y estados mentales dados. En otras palabras, la zona en la que usted siente la tensión se relaciona con por qué usted siente la tensión.

En el caso de la visión, a distintos desórdenes visuales se los identificó con tensión excesiva en determinados músculos extraoculares (los que rodean a los globos oculares), y con determinadas pautas emocionales. A fin de entender este proceso, observemos cómo funciona la visión.

Alrededor de cada globo ocular hay seis músculos del ojo (véase ilustración). Usamos estos músculos para mover nuestros globos oculares en diferentes direcciones, y por un tiempo se pensó que ésta era su única función. Luego, se descubrió que estos músculos son unas cien veces más poderosos de lo que necesitan ser para realizar esto, y puesto que la estructura y la función en el cuerpo humano están relacionadas, pareció evidente que estos músculos debían tener también otra función. Y la tienen.

Los músculos extraoculares sirven también como parte del mecanismo de enfoque de nuestra vista junto con el cristalino. Hacen que los globos oculares se alarguen o acorten, dependiendo esto de lo que miremos o de lo que pensemos o sintamos. De este modo, el ojo funciona más como una “cámara de fuelle”, con un foco variable, que como una “cámara de cajón”, con una longitud focal fija.

Cuatro son los músculos que efectúan, sobre cada globo ocular, una atracción directa hacia atrás dentro de la cuenca, acortándolo. La tensión excesiva sobre estos músculos, que se llaman músculos Rectos, crea un estado de presbicia y se experimenta emocionalmente como tensión en la conciencia, como salir del propio Yo, enfocando la Imagen. Se la puede experimentar como ira reprimida, o ira hacia el propio yo (culpa), o como una sensación de que, de algún modo, la persona no es tan importante como otros Seres.

Dos músculos entorno de cada globo ocular, los músculos Oblicuos, lo circundan como un cinturón. Cuando estos músculos se aprietan, comprimen al globo ocular, y éste se alarga. La tensión excesiva sobre tales músculos está relacionada con la miopía; es una tensión que se experimenta en la conciencia, como ocultarse dentro del propio Yo, como recogerse en el propio interior, como aprensión, temor, desconfianza, a modo de un filtro de lo que se percibe, o como una sensación de estar amenazado e inseguro de ser el propio Yo.

Las tensiones desiguales sobre diferentes músculos pueden crear un estado de astigmatismo, de distorsión de la visión, comprimiendo disparejamente al globo ocular en diferentes direcciones, quitando redondez al globo ocular. El individuo experimenta esto como sensación de estar perdido, como si estuviera inseguro o confuso respecto de sus valores, con lo que realmente quiere y/o con lo que realmente siente. Los valores del “exterior” han sido incluidos en el “interior”, de un modo que no es natural, orgánico o real para ese individuo, y el estrés de esta situación se experimenta tanto en la conciencia de la persona como en los músculos de sus ojos.

La visión disminuida se produce en una época de las vidas de las personas en la que experimentan estrés en relación con su ambiente, y en ese tiempo no ven con claridad, tanto literal como figuradamente. Cuando esto continúa durante un lapso prolongado o llega a una intensidad extrema, los músculos de los ojos que soportan estas tensiones pueden “congelarse” temporalmente, manteniendo al globo ocular en un estado fuera de foco. Puesto que las tensiones en estos músculos corresponden a tensiones en la conciencia de la persona, esto también mantiene al individuo en cierto estado de conciencia correspondiente. Sin embargo, estos músculos pueden relajarse y así restaurarse la visión clara, gracias a técnicas de relajación y ejercicios oculares de Hatha Yoga (similares a lo que los optometristas llaman “entrenamiento de la motilidad”).

Cuando el “tono” apropiado es restituido a los músculos de los ojos, los globos oculares son capaces de retomar su figura natural, y la visión clara puede retornar. Las tensiones también desaparecen del cuerpo, y se vuelve a un modo de Ser más cómodo, más claro y más natural (para esa persona).

El estado natural de nuestra visión es claridad. Retornar a la claridad está relacionado con retornar al equilibrio y ser realmente nosotros mismos.

Puesto que la visión es una metáfora del modo con que vemos al mundo, y concierne la personalidad, una vez que se identifica a los elementos de la experiencia de una persona en conexión con su visión disminuida, es posible librarse de ellos y restaurar la visión clara. En vez de estar en el efecto de las percepciones, que sabemos que son distorsiones, podemos decidirnos a estar en la causa, alinearnos conscientemente con esas percepciones y elegir a las que sabemos que son realmente verdaderas para nosotros, que serán más exitosas para nosotros en nuestras interacciones y más en consonancia con quienes realmente somos.

Cuando nos libramos de las tensiones excesivas existentes en nuestra conciencia, entonces aquéllas desaparecen del interior de los músculos de los ojos, el globo ocular vuelve a su forma natural y la visión clara retorna.

Naturalmente, puesto que cada tipo de disminución de la visión corresponde a un tipo especial de personalidad, es de esperar que un cambio de la personalidad refleje un cambio de la visión externa. El “Ser” nuevo tendrá la misma Esencia del Ser, pero con un diferente modo de interactuar con el ambiente, una “danza” diferente, sin lo que para ese individuo había sido tensión excesiva. Parecerá como si el individuo hubiese despertado de un sueño aparentemente muy real, y las cosas adquirirán un sentido diferente. Se habrá quitado un filtro de las percepciones (un filtro a través del cual se habían determinado valores), y sin ese filtro, serán evidentes los valores más verdaderos. El Ser “nuevo” puede incluso tener diferentes gustos en cuanto a comida y/o vestimenta, y diferentes hábitos personales, pero se sentirá más él mismo, siendo lo que él es realmente. Será una placentera transformación.

Las propuestas para mejorar la visión que no consideraron el aspecto del cambio de personalidad, sólo tuvieron éxito limitado. En los casos en que la visión se restauró, la persona involucrada atravesó un proceso de transformación y, de hecho, abandonó un rol y se convirtió en otro Ser, con otra personalidad más real y con otro modo de ver al mundo. El grado de mejoría y la rapidez de ésta han sido conectados con la buena disposición, por parte del individuo, para aceptar los cambios, aceptar la nueva personalidad, convertirse en el Ser nuevo, o más bien, ser o vivir lo que él es realmente.

Si imaginamos que cada uno de nosotros está rodeado por una burbuja de energía – nuestro filtro individual – podremos ver algunas metáforas. Las personas miopes ven lo que está cerca de ellas con más facilidad que lo que está lejos. Se enfocan más en lo que está dentro de la burbuja y menos en lo que está fuera de ésta, y se preocupan por lo que está dentro, sin mirar hacia fuera. La energía, la dirección de la atención, se mueve hacia el centro, contrayéndose hacia adentro y alejándose del exterior. Deben tener cerca las cosas para ver clara y cómodamente. Lo que la persona quiere o siente lo experimenta como más importante que aquello que los demás quieren o sienten. La propia orientación es hacia el Yo, de manera excesiva para la propia persona. Al “YO” se lo considera, de algún modo, más importante que el “TU”, y desde el punto de vista del individuo, “NOSOTROS” no parece incluir al “TU” considerándolo igualitariamente. La persona tal vez siente una excepcional necesidad de privacidad, un retiro del mundo que lo rodea, una sensación de que su ambiente lo intimida y un ocultarse en su interior.

El foco del pensamiento es hacia delante, con temor o incertidumbre como experiencia emocional de lo que se ve. Existe una preocupación que al individuo le impide estar totalmente presente, en el aquí y ahora. El grado hasta el cuál esto se experimenta es una cuestión de equilibrio individual y se relaciona con el grado de miopía. Naturalmente, también puede haber diferentes compensaciones, como por ejemplo agresión para minimizar la intimidación o una forzada extroversión para disfrazar el ocultarse en su interior, pero estamos hablando de lo que sustenta por detrás estas acciones externas.

En el caso de la presbicia, lo que se encuentra más lejos se ve más claramente que lo que está cerca. Los présbitas se enfocan más en lo que está afuera de la burbuja y menos en lo que está adentro. La energía se mueve hacia afuera, se expande y se aleja de lo que está dentro, y se pone lejos o se mueve contra lo que está afuera. A las cosas hay que tenerlas lejos para verlas clara y cómodamente. Lo que los demás quieren o sienten se experimenta cómo más importante que las propias necesidades o sentimientos. La propia orientación es hacia los demás, lejos del Yo, de manera excesiva para la propia persona. Al “TU” se lo considera más importante que al “YO”, y desde el punto de vista del individuo, “NOSOTROS” no parece incluir al “YO” considerándolo igualitariamente.

Mientras una persona miope se retira fácil y cómodamente, una persona présbita tiene dificultad para hacer esto, puesto que su atención sigue dirigida hacia fuera. La persona experimenta más interés en la vida de los demás y evita atender a su propio interés. La persona subraya su propia imagen y se identifica con ésta. Esa imagen adquiere para ella más importancia que la esencia y que quién es esa persona realmente. La persona que experimenta ira la reprime para no ofender a los demás. El foco del pensamiento es hacia el pasado, con enojo y auto justificación o con la sensación de no haber hecho lo correcto, y existe una preocupación que al individuo le impide estar totalmente presente. Asimismo, el grado en que esto es verdadero es cuestión de equilibrio individual y del grado de presbicia; puede haber una conducta externa de compensación, como por ejemplo una exagerada bondad para encubrir el enojo.

En el caso del astigmatismo, la burbuja se distorsiona, y se experimenta incertidumbre en cuanto a lo que se quiere o siente, dependiendo esto de si el afectado es el ojo derecho o el izquierdo, o de si ambos están afectados.

Metafísicamente, el ojo derecho (el Ojo de la Voluntad) representa ver claramente lo que uno quiere, y el ojo izquierdo (el Ojo del Espíritu) representa ver claramente lo que uno siente. Estos rasgos se invierten en los zurdos. En una situación dada, la persona que tiene astigmatismo quiere o siente lo que para ella es verdadero, lo considera inapropiado y lo cambia, y luego cree en ese cambio ficticio, dejando de ver con claridad lo que realmente quería o sentía. El foco es más en lo que “debería” querer o sentir que en lo que es real para esa persona, y hay una sensación de confusión sobre lo que ella es realmente. ¿Qué sería esa persona si cesara de fingir ser lo que no es?

Las combinaciones de desórdenes visuales están relacionadas con combinaciones de las cualidades que han sido mencionadas. Al astigmatismo se lo puede experimentar en combinación con miopía o presbicia. Naturalmente, estas cualidades pueden experimentarlas otras personas sin estos desórdenes visuales, pero para los individuos de visión deficiente, los rasgos mencionados son especialmente fuertes.

Miopía significa ver más claramente lo que está cerca. Presbicia significa ver más claramente lo que está lejos. Si bien en algunos raros casos, un ojo puede ser miope y el otro présbita, ambos estados no pueden existir en el mismo ojo. Cuando una persona no ve de cerca ni de lejos, el estado es de rigidez del mecanismo de acomodación, que se refleja en la rigidez de la conciencia, y las técnicas de relajación y los ejercicios oculares pueden restaurar la flexibilidad. Como resultado de esto, el individuo notará también una mayor flexibilidad en su proceso mental.

Somos seres de energía, y la energía es dirigida por nuestra conciencia. En última instancia, tenemos la capacidad para elegir la dirección de la corriente de energía (dependiendo de la situación) y preferir que las pautas que rigieron las acciones o percepciones anteriormente no nos dirijan, pero más bien podemos modificar las percepciones que sabemos que son menos exactas u óptimas, si estamos bien dispuestos a ver las cosas como son, en vez de hacerlo a través de un filtro distorsionante.



La corriente de energía entre el interior y el exterior de la burbuja puede ser modificada, como puede modificarse la naturaleza de la burbuja misma, que de hecho es el “filtro” perceptivo a través del cual percibimos nuestro ambiente. Un filtro “fijo” nos predispone para especiales pautas de interacción y percepción. Semeja una lente selectiva que sólo permite pasar a las percepciones que concuerdan con las creencias básicas que escogimos o aceptamos, e ignora o desecha a todas las demás. Puesto que actuamos a partir de la información que nos llega, entonces estamos predispuestos a reaccionar ante nuestro ambiente, de un modo fijo. La selectividad de la lente no es el problema, aunque de lo que debemos desprendernos es de la cualidad distorsionante del filtro emocional.

Cuando estamos lúcidos y centrados, la burbuja es clara, y lo mismo ocurre con nuestras interacciones. En medio de una emoción fuerte, no estamos centrados, y nuestras percepciones cambian. Las situaciones parecen diferentes, de manera que reaccionamos de diferente manera. La burbuja se distorsiona, con las corrientes emocionales. Cuando se reprimen las fuertes emociones de la ira, del temor, de la confusión, etc. – como ocurre con quienes tienen una visión disminuida – también se distorsiona la burbuja, pero este hecho no es reconocido. La persona se identificó con lo distorsionado que ella ve, cree que eso representa la verdad y lo que ella es realmente. En realidad, eso no es lo que ella es, sino quien sólo parece ser cuando funciona con esa distorsión. La persona puede desprenderse del distorsionante aspecto de esa lente y de sus percepciones, y retornar a su yo verdadero y claro.

Las personas miopes pueden dirigir la energía hacia fuera, por estar cada vez más deseosas de ser visibles; confiar en que eso marchará muy bien. En una situación o interacción dada, esas personas pueden verse como los demás las ven, a través de los ojos de la otra persona, de modo que no sólo tienen la vista que obtienen de mirar de adentro hacia fuera sino también de afuera hacia adentro. Esto les dará la oportunidad de salir de sí mismas, ver las cosas desde otro punto de vista y usar la información complementaria que así obtienen, para perfeccionar sus interacciones.

También es importante que traten a la otra persona como les gustaría que las trataran a ellas mismas si estuvieran en el lugar del otro. No es necesario coincidir con lo que la otra persona perciba de ellas sino sólo tener buena voluntad para ver que es así como se las ve, y que las percepciones de la otra persona son tan importantes para ella como las suyas propias son para los demás. De hecho, podría ser muy útil conocer las percepciones que la otra persona tiene.

La idea no es que el individuo se sienta amenazado o intimidado por el ambiente en el que se halla, sino más bien que se concentre cada vez más en permitirse ser él mismo y en confiar en que, cuando hace lo que realmente quiere hacer y se permite ser real, siempre sucede algo maravilloso. Y puesto que el proceso es tan importante para él, que reconozca que el mismo proceso es también importante para quienes lo rodean, y que todos precisamente mejoran cada vez más, al ser ellos mismos.

Desde el punto de vista de una persona miope, el “NOSOTROS” puede incluir realmente al “TU” así como al “YO”, y de hecho, precisamente a otro “YO”, de igual importancia.

Las personas présbitas pueden dirigir la energía más hacia adentro, brindándose la misma consideración que ellas dan a los demás. La idea no es dejar de ser considerados con los demás, sino también ser considerado consigo mismo. Puede haber un proceso consciente de permitirse recibir sin sentirse culpables – no tomar sino recibir – expresar carencias y sentimientos, y permitirse tener. Cuando se recibe, no es menester que exista la necesidad de obrar a la recíproca, o de negarse, sino tan sólo decir “Gracias” y aceptar incondicionalmente. Concéntrese en aceptar no sólo cosas sino también ideas. Preste atención a cualquiera de los modos con que usted estuvo alejando cosas, ideas o personas y permítales acercarse. Puede haber más concentración en lo que ellas realmente son, además de su imagen. La imagen es importante, pero a la Esencia no se la debe descuidar. La apariencia externa no es más importante que el verdadero sentimiento, y las personas aprecian ciertamente los sentimientos sinceros.

Deben extender también la consideración a ellas mismas. Expresar amor no debe implicar necesariamente sacrificio. No es necesario que usted salga de su espacio para que lo amen y respeten. El rol puede ser divertido, pero recuerde también al Ser que lo está representando, a la persona interior. Desde el punto de vista de la persona présbita, el “NOSOTROS” puede incluir al “YO” como igual al “TU”, y al “YO” se lo puede ver como otro “TU”, también tan separado e importante por derecho propio.

Las personas que tienen astigmatismo pueden preguntarse, cada tanto, durante el día: “¿Qué quiero realmente ahora? ¿Qué siento realmente ahora? ¿Qué es verdadero para mí? ¿Qué es real para mí? Si ceso de ser lo que no soy, ¿quién sería yo? Si ceso de vivir según las normas de los demás, ¿quién sería yo?”. Si ceso de fingir que soy la persona que estuve representando, ¿qué haría yo de manera diferente? La sensación puede haber sido que la persona real no sería aceptada por el entorno en el que la persona se halla. Entonces, interrumpiendo ese rol, y siendo usted mismo, averigüe si esa sensación es real. Descubrirá que esa sensación era una percepción errónea y que ese rol era innecesario, o bien que esa sensación era real, en cuyo caso usted podrá ser usted mismo y ser aceptado. De uno y otro modo, el efecto sería una mayor sensación de comodidad, al ser usted mismo.

En la sociedad hay un lugar para todos nosotros, y si nos permitimos ser reales, hay un lugar en el que realmente encajamos, en el que no sólo somos aceptados sino también apreciados por lo que somos. No tenemos que fingir que no vemos lo que es real para nosotros. Todos podemos permitirnos ser cada vez más quienes realmente somos, ser cada vez más reales.

Con determinación y con buena disposición para modificar las percepciones y sus realidades conexas, cualquier Ser puede transformar su visión del mundo, literal y figuradamente, y retornar a un estado natural de claridad visual.

Afirmaciones que usted puede usar (Escoja una cada día y repítasela a usted mismo aquél día. De vez en cuando, léase la lista a usted mismo):

1. Mi visión está mejorando ahora.
2. Yo opto por la claridad.
3. Yo sé qué es la claridad y la experimento cada vez más cada día.
4. Yo recuerdo la claridad y estoy retornando a ella.
5. Yo advierto que cada día veo más claramente.
6. Yo sé que puedo ver claramente ahora.
7. Yo sé que mis experiencias me conducen hacia una visión más clara.
8. Acepto nuevos modos de pensar y ver que son más claros para mí.
9. La aceptación y el amor conducen a la claridad.
10. Yo acepto lo que veo, y veo más claramente.
11. Ver claramente es cada vez más fácil.
12. Me permito ser real y observar mi visión clara.
13. Es cada vez más cómodo ser yo mismo y ver con claridad.
14. Mi mente se amplía y trae a mi conciencia cualquier información que necesito para experimentar una visión clara.
15. Hoy puedo tener una visión clara. Hoy puedo ver claramente.
16. Cada día y de todos los modos, yo mejoro cada vez más.
17. Veo más claramente cuando estoy relajado y centrado.
18. Yo veo claramente cuando estoy aquí, ahora.
19. La claridad existe, aquí y ahora.
20. La claridad es mi estado natural.
21. La claridad es lo verdadero para mí.
22. Disfruto viendo claramente.
23. Veo que todo funciona perfectamente.
24. Yo amo, cuando veo claramente.
25. Claridad es libertad y es ser real.
26. Veo más claramente ahora.
27. Yo veo más claramente que antes.
28. Hoy opto por ver el amor.
29. Cuando hago lo que yo realmente quiero hacer, siempre sucede algo maravilloso.
30. Yo confío en ser real y veo claramente.
31. Veo llegar la claridad.
32. Yo puedo advertir hoy una visión clara.
33. A medida que mi vida se aclara, mi visión se aclara.
34. Mi visión está mejorando ahora.
35. ¡Yo soy libre!
36. Mi visión continúa aclarándose a medida que me acomodo a mi nuevo estado de conciencia.
37. Yo veo soluciones en lugar de problemas. Yo veo el modo con que las cosas pueden funcionar.
38. Aclarar mi visión es más fácil de lo que pensaba.
39. Sé que puedo ver claramente sin gafas.
40. Yo estoy de acuerdo con estas afirmaciones.
41. ¡Las afirmaciones funcionan siempre!

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