Silencio Interior
Cuando nos iniciamos en el mundo de lo oculto solemos encontrar citada repetidamente la necesidad de "meditar" y de "concentrarnos", dos conceptos que creemos tener claros y que damos por hecho que son de fácil aplicación.
No nos cansamos de decir que el conocimiento mágico es un conocimiento práctico y por consiguiente sólo la práctica constante, permanente, hará a un brujo, no importa cuanto se pueda saber o leer y quizás sea el cultivar el silencio interior, o lo que es lo mismo, meditar y concentrarse, la más necesaria y difícil de todas las prácticas.
En psicología se reconoce que existen dos tipos de pensamiento, que en Wicca llamamos dos mentes: La directa o racional, que sirve para la codificación y adaptación a/y desde el mundo exterior, y la indirecta, encargada de la reflexión sobre intereses subjetivos, que es predominantemente no verbal, asociativa y ensoñadora.
Estas dos mentes no descansan jamás, la primera en el automatismo dinámico de la mente, un aluvión de ideas imparable y la segunda en la dinámica inconsciente, que no para de asociar, fantasear, informar y deformar las percepciones.
Estas voces y varias otras que se desprenden de los roles que asumimos en el ejercicio de vivir, crean un perpetuo ruido mental, el diálogo interno, que constituye lo que llamamos en ocultismo "persona" que en sus acepciones etimológicas significa "máscara" y que nos esforzamos conscientemente en dominar para lograr el contacto con la manifestación más pura del sí mismo.
En neurología es un hecho aceptado y medido que el diálogo interno se lleva a cabo en el cuerpo calloso, órgano encargado de unir lo más dispar que existe en el ser humano: las dos mitades de su cerebro (véase Sobre el bien y el mal). En este punto de nuestra fisiología 200 millones de fibras nerviosas activan 100 millones de conexiones eléctricas, todo el tiempo, segundo a segundo, para mantener esta incesante actividad cerebral ¿Cuánta energía se genera allí?
Algunas tradiciones sostienen que de esta energía liberada, sin ser descargada en un propósito fijo, se nutren otras inteligencias. También lo proclama la pieza maestra del ocultismo del siglo XXI, la película The Matrix; pero, independientemente de a donde vaya esta energía, lo importante es conservarla y eliminar el ruido del diálogo interno para comenzar a recibir la sabiduría de lo de arriba y de lo de abajo.
Eliminar el diálogo interno no es más que silenciar la mente. La buena nueva es que el silencio interior es acumulativo, así que un segundo al día durante algún tiempo será suficiente para "destapar" los canales espirituales obstruidos y para conservar parte de nuestra preciada energía. Desde mandar a callar la mente con un simple "shhhhhh", hasta concentrarse en una posición incómoda, como la clásica padmasana de los yoguis con los ojos enfocados en el entrecejo, puede ser útil para silenciar las mentes, pero lo más importante es la conciencia de ser y de vivir en el aquí y en el ahora, con todas sus implicaciones: en vez de comer y repasar el proceso mental de ir a cancelar una factura, sólo concentrarse en las sensaciones corporales del comer; en vez de hacer el amor y pensar qué pensará tu amante de tu apariencia física y tu desempeño sexual, sólo limitarte a sentirte y a sentirlo (a), y así con cada acto de la existencia.
Sólo los minutos de silencio interior te harán un auténtico brujo: aunque hayas manifestado un don desde la infancia, no podrás dominarlo a menos que domines tus mentes. Nunca dominaras nada afuera, a menos que aprendas a dominar lo de adentro.
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