LA MAGIA DE LA ACEPTACIÓN
Fuente: Jorge Coello
La experimentación ha demostrado que, cuando tú aceptas la realidad tal como es, se produce un cambio interno que te libera del sufrimiento. Mientras que la no aceptación, de las situaciones, o de las personas tal como son, conduce a la lucha para tratar de cambiarlas, y, en este empeño lo único que puedes conseguir es aumentar tu cuota de frustración. Ten en cuenta que, a mayor terquedad y rebeldía, más intensa y traumática será tu experiencia de fracaso.
Tu presencia acá en la Tierra tiene un solo propósito: aprender a estabilizarte en la frecuencia de la felicidad interna, independientemente de lo que suceda en la realidad externa. Cada situación que se te presenta ha sido diseñada con la mira puesta en ese aprendizaje. Si tu mente se enfoca en oposición y rechazo, cuenta con que tendrás que vivir la experiencia completa, hasta superarla. Mientras que si aceptas de antemano aquello que crees que te puede causar sufrimiento, no será necesaria la vivencia, porque has invalidado su razón de ser, ya que nada tendrá para enseñarte.
El primer paso para disolver y transformar una posible condición indeseable es la aceptación. Pero si ya tus peores miedos han creado tu realidad presente, y ahora deseas que se disuelva esa experiencia, es necesario que te enfoques en descubrir cuál es la correspondencia que creaste para obtener esos resultados, y además hagas los ajustes necesarios en el mundo de las causas. Solo así podrás completar tu aprendizaje, liberarte del sufrimiento y trascender a una realidad más satisfactoria, creando nuevas oportunidades.
Para facilitar tu comprensión pondremos un ejemplo: cierta persona recibe dineros ilícitos, o no paga las deudas que contrae (acción en el mundo de las causas). Un día su mundo se viene abajo porque otro fulano lo estafa, o es víctima de un atraco, situación que le ocasiona pérdidas cuantiosas, que afectan su patrimonio y su futuro (la cosecha que recibe como resultado). Si él, en primer lugar hubiera sido estricto en la forma de obtener, o manejar sus recursos, nunca habría atraído la presencia del deshonesto, o del atracador de turno.
Una vez que los resultados se manifiesten, de nada servirá a este fulano lamentarse y sufrir. Su única opción, para trascender su nivel de miseria, es aceptar la lección, y preguntarse ¿qué he hecho yo para merecer esta experiencia? Una vez que comprenda cuál fue su error, en el mundo de las causas, y lo corrija adecuadamente, el aprendizaje estará completo y su realidad cambiará para procurarle una situación más favorable.
Hay hechos que podemos cambiar, pero hay otros que son inmodificables. Cuando no está en mis manos alterar una situación es porque hace parte de la pedagogía divina, diseñada para mi aprendizaje. Es obvio que si te colocas en posición de no aceptación a la voluntad de la consciencia creadora, el camino que escoges estará bloqueado por el sufrimiento y el fracaso.
Pero tampoco la vida se trata de la inacción total y de la inercia, pues ese sería el extremo, opuesto, donde tampoco existe la sabiduría. ¿Cómo sé, si lo que yo hago está de acuerdo al plan divino? O, ¿si mi propósito va en oposición a la voluntad de la consciencia creadora? Simplemente pregunto a la vida, si tengo el apoyo del universo, cada detalle debe fluir y encajar en forma perfecta. Por ejemplo: si deseo comprar un apartamento, a modo de pregunta inicio la acción de buscarlo y averiguar las condiciones para adquirirlo. Si el dinero fluye, mi esposa acepta el cambio, las condiciones que pone el vendedor son favorables y me siento bien en el sitio donde pienso mudarme etc., quiere decir que el universo me apoya, y puedo proceder a la compra del apartamento.
Si por el contrario, inicio la acción, pero nada fluye, sino que a cada paso encuentro diversos inconvenientes que atrancan mi propósito; entonces la respuesta es negativa: no te corresponde comprar ese apartamento. Sin embargo es permitido, por ley universal, que preguntes no menos de tres veces, y no más de siete. Si en el séptimo intento todavía el camino está bloqueado, lo indicado es que desistas. Permanece donde estás, y trabaja un poco más la aceptación y la comprensión de esa experiencia que ahora vives, todavía no superada.
Si deseas transitar por el camino del sabio, tu pregunta clave es: ¿qué necesito aprender de la realidad que estoy viviendo? Si tu actitud es la de enfocarte en luchar contra aquello que la vida te da, comprende que estarás rechazando tus mejores oportunidades de superación y aprendizaje, y además vivirás estancado en las arenas movedizas del dolor y del fracaso.
La experimentación ha demostrado que, cuando tú aceptas la realidad tal como es, se produce un cambio interno que te libera del sufrimiento. Mientras que la no aceptación, de las situaciones, o de las personas tal como son, conduce a la lucha para tratar de cambiarlas, y, en este empeño lo único que puedes conseguir es aumentar tu cuota de frustración. Ten en cuenta que, a mayor terquedad y rebeldía, más intensa y traumática será tu experiencia de fracaso.
Tu presencia acá en la Tierra tiene un solo propósito: aprender a estabilizarte en la frecuencia de la felicidad interna, independientemente de lo que suceda en la realidad externa. Cada situación que se te presenta ha sido diseñada con la mira puesta en ese aprendizaje. Si tu mente se enfoca en oposición y rechazo, cuenta con que tendrás que vivir la experiencia completa, hasta superarla. Mientras que si aceptas de antemano aquello que crees que te puede causar sufrimiento, no será necesaria la vivencia, porque has invalidado su razón de ser, ya que nada tendrá para enseñarte.
El primer paso para disolver y transformar una posible condición indeseable es la aceptación. Pero si ya tus peores miedos han creado tu realidad presente, y ahora deseas que se disuelva esa experiencia, es necesario que te enfoques en descubrir cuál es la correspondencia que creaste para obtener esos resultados, y además hagas los ajustes necesarios en el mundo de las causas. Solo así podrás completar tu aprendizaje, liberarte del sufrimiento y trascender a una realidad más satisfactoria, creando nuevas oportunidades.
Para facilitar tu comprensión pondremos un ejemplo: cierta persona recibe dineros ilícitos, o no paga las deudas que contrae (acción en el mundo de las causas). Un día su mundo se viene abajo porque otro fulano lo estafa, o es víctima de un atraco, situación que le ocasiona pérdidas cuantiosas, que afectan su patrimonio y su futuro (la cosecha que recibe como resultado). Si él, en primer lugar hubiera sido estricto en la forma de obtener, o manejar sus recursos, nunca habría atraído la presencia del deshonesto, o del atracador de turno.
Una vez que los resultados se manifiesten, de nada servirá a este fulano lamentarse y sufrir. Su única opción, para trascender su nivel de miseria, es aceptar la lección, y preguntarse ¿qué he hecho yo para merecer esta experiencia? Una vez que comprenda cuál fue su error, en el mundo de las causas, y lo corrija adecuadamente, el aprendizaje estará completo y su realidad cambiará para procurarle una situación más favorable.
Hay hechos que podemos cambiar, pero hay otros que son inmodificables. Cuando no está en mis manos alterar una situación es porque hace parte de la pedagogía divina, diseñada para mi aprendizaje. Es obvio que si te colocas en posición de no aceptación a la voluntad de la consciencia creadora, el camino que escoges estará bloqueado por el sufrimiento y el fracaso.
Pero tampoco la vida se trata de la inacción total y de la inercia, pues ese sería el extremo, opuesto, donde tampoco existe la sabiduría. ¿Cómo sé, si lo que yo hago está de acuerdo al plan divino? O, ¿si mi propósito va en oposición a la voluntad de la consciencia creadora? Simplemente pregunto a la vida, si tengo el apoyo del universo, cada detalle debe fluir y encajar en forma perfecta. Por ejemplo: si deseo comprar un apartamento, a modo de pregunta inicio la acción de buscarlo y averiguar las condiciones para adquirirlo. Si el dinero fluye, mi esposa acepta el cambio, las condiciones que pone el vendedor son favorables y me siento bien en el sitio donde pienso mudarme etc., quiere decir que el universo me apoya, y puedo proceder a la compra del apartamento.
Si por el contrario, inicio la acción, pero nada fluye, sino que a cada paso encuentro diversos inconvenientes que atrancan mi propósito; entonces la respuesta es negativa: no te corresponde comprar ese apartamento. Sin embargo es permitido, por ley universal, que preguntes no menos de tres veces, y no más de siete. Si en el séptimo intento todavía el camino está bloqueado, lo indicado es que desistas. Permanece donde estás, y trabaja un poco más la aceptación y la comprensión de esa experiencia que ahora vives, todavía no superada.
Si deseas transitar por el camino del sabio, tu pregunta clave es: ¿qué necesito aprender de la realidad que estoy viviendo? Si tu actitud es la de enfocarte en luchar contra aquello que la vida te da, comprende que estarás rechazando tus mejores oportunidades de superación y aprendizaje, y además vivirás estancado en las arenas movedizas del dolor y del fracaso.
Comentarios
El ser humano es esencialmente emocional y sólo potencialmente racional.
En la práctica esto se entiende de la siguiente forma:
Si estoy afectado emocionalmente, actúo de modo irracional.
Sólo soy capaz de actuar racionalmente cuando estoy emocionalmente
equilibrado.
Las emociones, por tanto, no son algo a controlar, pues controlar proviene
del Ego. Las emociones sólo deben fluir.
No existen emociones insanas, las emociones sólo son (corazón).
Lo que es insano es nuestra tendencia a reprimirlas, enjuiciándolas (ego), o
aquellas que reprimimos inconcientemente por tratarse de experiencias
demasiado fuertes (traumáticas) .
Todo proceso de sanación emocional pasa por reconciliar (reactivar el flujo
de) una emoción reprimida.
Aunque en el caso de emociones reprimidas inconcientemente (que
desconocemos) , el primer paso es identificarlas.
Ahora bien, cómo se entiende que emociones extremas como la rabia no sean
insanas; esto es porque la rabia es una emoción básica reprimida, en este
caso pena que transmutó.
Toda emoción básica reprimida, transmuta en emociones extremas, que
eventualmente se expresan en conductas insanas.
Las enfermedades son conductas insanas, producto de emociones reprimidas.
Si analizamos las emociones reprimidas desde el punto de vista tradicional,
veremos al sujeto que siente la emoción extrema, proyectando señales que la
exacerban, mediante un mecanismo autocurativo instintivo que le muestran al
resto aquello que me niego a ver de mí, y si no reactivo el flujo de la
emoción reprimida, proyecto señales más evidentes y así sucesivamente.
Algunas señales extremas de emociones reprimidas son el cáncer y el
suicidio.
La razón de que estas señales nos hagan más daño de lo que pretenden sanar
se debe al Ego, que en lugar de unirnos (como el ser que somos) y empatizar
con el proceso del prójimo, lo que hacemos (me incluyo) es juzgar las
señales, tanto del prójimo como las propias.
Con esto, creamos un colosal círculo vicioso, en el que reprimimos aún más
aquello que quiere salir, tanto en uno como en los demás y peor aún, nos
separamos.
El proceso de sanación, por ende, no es exclusivamente personal, sino que es
interdependiente.
Necesito la ayuda de mi prójimo para ver aquello que hoy no soy capaz
(emociones reprimidas).
Mi prójimo me necesita para ver aquello que hoy no es capaz.
En el paradigma actual, llorar es malo, un consejo es un ataque, pedir ayuda
es vergonzoso.
En el paradigma actual, todas las instancias de sanación están inhabilitadas
por juicios.
En el paradigma actual, nos separamos.
En el nuevo paradigma, vemos al prójimo como a uno mismo, sentimos los
problemas del prójimo como propios y recibimos la ayuda de nuestro prójimo
(ellos la dan y uno se permite recibirla).
En el nuevo paradigma, fluimos.
En el nuevo paradigma, nos reunimos.
Para cambiar de paradigma, debemos dejar de guiarnos por la mente (ego) y
comenzar a guiarnos por el corazón (amor).
El ego separa, el amor une (no el sentimiento romántico, sino la energía
primordial del Universo).
Lo que nos hizo perder el Paraíso fue comer el fruto del conocimiento de lo
bueno y lo malo (juzgar, ego).
Lo que nos hará recuperar nuestro vínculo con la Divinidad (re-ligare), será
volver a sintonizarnos con su energía primordial, el Amor.
Mauricio Onetto